Si es que acaso tienen dudas, se las quito con el sudor de mis manos, con el vapor de mi aliento, con el brillo de mis ojos, con el frío de mi nariz destapada. Con el sonido de mi risa o con la sal de mis lágrimas…
Si es que acaso no les sirve, no les alcanza. Les quito las dudas con mis palabras, con las que traigo detrás y las que llevo pateando, las que grito de noche y susurro de mañana. Estas que encuentro durmiendo y con agua despierto o las que achispadas en un pasillo me piden un mate chorreando…
Si ellas tampoco les sirven, no son lo suficiente, les quito las dudas con el silencio. Ese que aparece cuando las extraño o el que indica que hace falta una reunión. Con el silencio de invierno con pucho en mano, pegadito al calor o ese silencio de sueño, el que reconozco un lunes cambrón por la tarde noche.
Y si acaso todavía no logro quitarle las dudas, esas que entre risa y celo me contaron ayer, entonces lo intento al revés… lo intento de patas para arriba e invitándolas a volar y a trasformarnos. Lo intento entre una mascara blanca y el búho que recuerdo. Entre una respiración y un juego de animales. Detrás de una mancha, escondida en una moneda, mostrándoles un color. Lo intento dentro de una valija o mochila, sintiendo un pie descalzo y lo intento llenando una cama vacía. Lo intento en el escenario y observándolas con Maria, o como quiera que se llame. Lo intento con el corazón, ese que ayer leí agradecer por estar en el pecho.
Lo intento ahora, firme, con pureza y un calor, lo intento con el Teatro, con este señor de sombrero, que puede solito darnos respuestas a tantas dudas. Lo intento por una tercera escalera, esta tercera que cuesta, duele, pesa, que no se entiende... pero por una tercera que nada es casual…
Si es que acaso no les sirve, no les alcanza. Les quito las dudas con mis palabras, con las que traigo detrás y las que llevo pateando, las que grito de noche y susurro de mañana. Estas que encuentro durmiendo y con agua despierto o las que achispadas en un pasillo me piden un mate chorreando…
Si ellas tampoco les sirven, no son lo suficiente, les quito las dudas con el silencio. Ese que aparece cuando las extraño o el que indica que hace falta una reunión. Con el silencio de invierno con pucho en mano, pegadito al calor o ese silencio de sueño, el que reconozco un lunes cambrón por la tarde noche.
Y si acaso todavía no logro quitarle las dudas, esas que entre risa y celo me contaron ayer, entonces lo intento al revés… lo intento de patas para arriba e invitándolas a volar y a trasformarnos. Lo intento entre una mascara blanca y el búho que recuerdo. Entre una respiración y un juego de animales. Detrás de una mancha, escondida en una moneda, mostrándoles un color. Lo intento dentro de una valija o mochila, sintiendo un pie descalzo y lo intento llenando una cama vacía. Lo intento en el escenario y observándolas con Maria, o como quiera que se llame. Lo intento con el corazón, ese que ayer leí agradecer por estar en el pecho.
Lo intento ahora, firme, con pureza y un calor, lo intento con el Teatro, con este señor de sombrero, que puede solito darnos respuestas a tantas dudas. Lo intento por una tercera escalera, esta tercera que cuesta, duele, pesa, que no se entiende... pero por una tercera que nada es casual…
Y si tengo que nombrarlas… Mi Chequita Cata-Cósmica, Mi chinita Pukita Natalia Loreta, Mi Lilishca Lulu Blublu, Mi Luchia lunita Mirna que ni enterada esta, andará por su luna de Valencia…
¡Las adoro Pispitruela! Y como sabemos todas, ya llegara la añorada paz!
La Vaga nanita